Trazo

por con el viento en las velas

Hay algo ingenuo
pero irresistible
en ir dando forma a un verso.
Retenerlo,
fijarlo, seguir su rastro
si lo tiene.
La tentación incluso de verlo como un trazo,
un garabato cambiante,
casi un dibujo si entornas los ojos,
o como un soplo de humo
que aparece y se expande,
se desvanece en el aire
y desaparece sin dejar rastro.
Nada de esto importa mucho
(ni el verso en sí),
pero mientras dura,
consigue concentrar mi atención.
Es mi propósito.